divendres, 5 de setembre del 2008

"La revisora se inclina hacia el viajero, le ofrece servicio y asistencia, y se nota que no percibe a la gente a quien quiere servir. Está claramente entregada a resultar útil, a servir. Su servilismo no es rutinario, ni descuidado, ni interesado. Aunque no dispense un trato personalizado, su rostro desprende amabilidad y calidez. Es un genio de la dedicación. Pero puesto que todo el mundo tiene clarísimo que su dedicación no está dirigida personalmente a nadie, sino que es dedicación y ya está, se trata de una dedicación hacia sí misma. Si se toma al pie de la letra, resulta paradójico. Sin embargo, en realidad, es algo muy práctico y agradable, y hasta muy bello de ver. Esa revisora me susurra, como una apuntadora de teatro, que existe una forma de dedicación que es como un monólogo, como un soliloquio. Ella sabe lo que hace, seguramente percibe la gratitud de sus clientes, pero no permite que eso la arrastre hacia afuera y la haga entrar en el nivel personal. Si mirara a la gente de modo que recibiera su sudor y sus lágrimas, la belleza de su utilidad desaparecería enseguida." (Martin Walser a Mensajes e-ducativos desde tierra de nadie)

1 comentari:

jepjorba@gmail.com ha dit...

"Per cert: està molt bé, això que diu Alsana, de mirar-se les coses de ben a prop; de mirar-se-les directament als ulls; d'aguantar la mirada sense perpellejar i amb honestedat, de fer una inspecció meticulosa que aniria més enllà del cor de la qüestió fins a la mèdul·la, més enllà de la medul·la fins a l'arrel... però la pregunta seria: fins on voleu arribar? A quina profunditat us donareu per satisfets?"